Haciendo también se aprende

Fotografía: Klelia Guerrero García

Si conoces personas que hablan muy fluidamente algún idioma que no es su lengua materna —o eres una de ellas—, lo más probable es que hayan vivido en un ambiente en el que no tenían otra opción sino aprenderlo. Asimismo, hay personas que habiendo vivido por muchos años en un lugar con un idioma distinto al suyo, no aprendieron mucho de ese idioma por haber tenido las facilidades para mantener su comunicación en su lengua materna. Entonces, aunque el contexto ayude, es imprescindible que la persona conecte con su voz interior, con ese poder que la mantendrá en la marcha, incluso cuando todo indique que ya no va más.

¿Cómo se relaciona esto con nuestro episodio semanal? ¡En mucho! En nuestra conversación con Justo Velarde, un súper emprendedor de tan solo 13 años, descubrimos y reflexionamos sobre algunas de las cualidades que lo han llevado a ser de los podcasters más escuchados en su país natal, Argentina.



Una persona con espíritu emprendedor es aquella que tiene decisión e iniciativa para realizar acciones que son difíciles o entrañan algún riesgo. Es aquella que se lanza a terrenos desconocidos porque confía tanto en su intuición como en su trabajo. Es aquella que sabe que, incluso si las cosas no salen como espera, puede volverlo a intentar.

Si complementamos esta definición con nuestra publicación sobre la resiliencia, vemos que no existiría lo uno sin lo otro. Es decir, si bien el verdadero emprendimiento requiere contemplar situaciones críticas en el proceso y tratar de prevenirlas o minimizarlas, también implica tener una perspectiva de liviandad; de recordar que nada es tan grave.

Aquí las conclusiones a las que llegamos a través de nuestra conversación en vivo y demás elementos usuales:
– Escoge a tus maestrxs, a esas personas que admiras y de las que quieras aprender.
– Identifica tus fuentes de inspiración y motivación. Recurre a ellas cuando te cueste continuar.
– Vive con motivación; sigue tu instinto. Combina tu intención con el trabajo que requiere cada decisión.

Y como lo anunciamos, con este episodio damos por cerrada la segunda temporada. Con una pequeña pausa, trabajaremos en el los ajustes de contenido, canales y objetivos que tenemos en mente. Estén pendientes de las novedades y, como siempre, sería grandioso escuchar sus sugerencias para el lanzamiento de la siguiente temporada.

Las relaciones como espejos

Fotografía: Klelia Guerrero García

¿Cómo me veo a través de lxs demás? 🔎👓

Un espejo muestra reflejos; emana una imagen que no es suya sino de quién se le pone la frente. De la misma manera, quienes te rodean te muestran lo que eres, haces o tienes, sin importar si sabías de su existencia o si te gusta verlo.

Las relaciones de pareja hacen eso: nos “enfrentan” con nosotrxs mismxs de formas y a niveles que no experimentamos tan fácilmente en otros ámbitos, con el potencial de ayudarnos a evolucionar en el proceso. ¿Qué tanto aprovechas eso? Pues depende de tu apertura a lo que la vida tiene para compartirte a través de estos y otros cómplices.

Eso y más, en nuestro episodio 11: “Relaciones como espejos”, con Ile Miranda.

La analogía de la vida como un videojuego me encanta. Siento que hay “pruebas” o aprendizajes que se nos asignan en cada nivel y que, mientras no descubramos nuestra propia estrategia para superar ese nivel, nos tocará repetirlo ad infinitum. Una vez que descubrimos dicha estrategia, nos encontramos en el siguiente nivel con nuevos aprendizajes y retos que funcionan bajo la misma mecánica de los anteriores.

En ese proceso, la vida (el Universo, Dios, etc.) nos deja ayudas “sutiles” en el camino; algo así como el pasadizo “secreto” de Mario Bross que lo conduce hacia la habitación de moneditas. Estas ayudas se pueden aprovechar para ganar puntos o sumar “vidas”; para acelerar los aprendizajes que tenemos en marcha.

Durante nuestra transmisión en vivo y en la producción del consejo no pedido de la semana, Taty y yo coincidimos sobre la idea de que las relaciones con todos los seres de la naturaleza tienen este potencial. No obstante, mientras su experiencia le dice que las enseñanzas de las relaciones de pareja se pueden adquirir con la misma “facilidad” en otros contextos (familia, amigxs, colegas, etc.), yo las he vivido como un curso intensivo, como un fin de semana largo (con día festivo), que combina una pésima conexión a internet y un decreto de cuarentena obligatoria en el que no tienes opción sino desempolvar tus videojuegos y practicar.

Y como todo lo que vivimos se percibe desde el filtro que le ponemos, tanto el fin de semana de encierro como nuestras relaciones pueden tomarse como algo lamentable, fruto de nuestra pésima fortuna, o podrían aprovecharse como la grandiosa oportunidad que representan. No es fácil ver recordar que el exterior solamente refleja nuestro interior cuando nos enoja algo de nuestra pareja (o contraparte de cualquier tipo), cuando perdemos la paciencia por algo que no deja de repetirse o cuando lo que hacen desde afuera nos lastima. Sin embargo, siempre tenemos esa perspectiva como opción. Una opción que puede darle un poco más de colores a la vida, paz a las turbulencias y propósito a nuestro contexto. 

Para finalizar, les dejo las conclusiones de la semana:

1) Tus relaciones son un regalo ¡Aprovéchalas! 

2) Tus relaciones reflejan tus necesidades de aprendizaje, si hay algo de estas que no te funciona, obsérvate. 

3) Tus relaciones reflejan tu propia evolución ¡Celébralas!

¡Hasta la próxima!

“Poli-amar”

Fotografía: Klelia Guerrero García

¿Y si intentamos amar desde la libertad?
Nos han convencido de que las relaciones, y más aún las de pareja, deben verse y sentirse de formas específicas. Los cuentos del “vivieron
felices por siempre” borra del mapa todo el trabajo personal y conjunto que requiere sostener una pareja en el largo plazo. El heterocentrismo, el machismo y otros esquemas nos han limitado a una opción única de lo que es una pareja.
Abrirnos a ideas distintas, aunque asuste, es parte del crecimiento personal y de que, finalmente, estamos aprovechando la libertad que podemos despertar con la adultez. Esto y más, en nuestro episodio 10 sobre el poliamor, con Angie Aldana.



Hace unos días presentamos el significado de poliamor y comentamos por qué nos pareció interesante. Hoy quiero compartir mi perspectiva, mi intención sobre cómo poli-amar. Para iniciar, el prefijo griego “poli” otorga el significado de ‘abundancia’ y ‘pluralidad’ a los sustantivos o adjetivos que acompaña. La palabra amar puede tener muchas definiciones, pero la que manejamos tanto en el consejo no pedido de la semana, como en nuestra transmisión en vivo se centra en la libertad.

Libertad para estar, dejando a un lado todo tipo de presión; para ser, sin importar la situación; para crecer, cualquiera sea la dirección; para sentir, sin límites, sin moderación; para disentir, sin que se tilde de traición. Empieza a poli-amar en tu relación contigo, porque las primeras barreras que te detienen y limitan, que te impiden vivir la libertad para ser, estar, crecer, sentir y disentir, son las que tienes en tu mente. Y como dicen por ahí, no se puede dar de lo que no se tiene.

Exploremos otra perspectiva. Hay ocasiones en las que ciertas actividades, personas o situaciones que me causan sentimientos encontrados: mi imagen, mi trabajo, mis hobbies, mi tribu, ¡todo! En algún momento, todo eso me ha causado confusión por la diversidad de emociones que me causan. No sé si es tu caso, pero creo que esa pluralidad de emociones también es una expresión de poli-amar.

Finalmente, aprovechando la época del portal 8-8, quiero recordarme y recordarte que poli-amar es que también darte el chance de volver a empezar. Es confiar en la abundancia de tu poder, de tu escencia para ser todas las versiones de tu que se proponga y por las que trabaje. Es confiar en tu capacidad de amarlas y abrazarlas, más allá de los resultados y de tus expectativas sobre ellas.

La corporalidad de la existencia

Fotografía: Klelia Guerrero García

Vivimos, sentimos y pensamos a través de nuestro cuerpo. No obstante, en ocasiones lo tratamos como si nos debiera algo; le reclamamos por las cosas que nos gustaría que fueran distintas y lo acusamos de decepcionar expectativas, nuestras o del entorno.

La diversidad que proponemos con nuestra miniserie incluye la celebración de las diferencias y la apreciación de la unicidad desde la corporalidad: en cómo se ven, se sienten y se cuidan los cuerpos; en su interacción con el entorno.



En este episodio Nico y Sofi, creadoras del proyecto Sawubona, nos recuerdan sobre la importancia de cultivar nuestra corporalidad, es decir, la relación con nuestro cuerpo en cómo experimentamos la vida y respondemos ante esta. Por eso, comparto el resumen de la transmisión en vivo y demás segmentos de el episodio de esta semana:

– La relación con nuestro cuerpo es nuestra primera y más importante forma de existencia. Esta define cómo aprovechamos el tiempo y demás recursos que nos son otorgados, por lo que es necesario observar siempre. Como todo, esa relación también tiene la capacidad de evolucionar, de reinventarse y generar nuevos puntos de partida de forma que nos movamos en las direcciones que decidamos.

– Háblate, trátate, aliméntate bonito. Las plantas se ponen más frondosas cuando reciben palabras de cariño. Los niños y niñas construyen día a día la imagen de sí mismos a través de lo que escuchan sobre ellos y sobre el mundo. ¡Imagina el poder que tienen tus palabras y las de quienes te rodean en cómo se siente, luce y funciona tu cuerpo! Es cierto, allí afuera se ha extendido un discurso que minimización y crítica de los cuerpos de manera tal, que casi nadie en la tierra se sentirá totalmente a gusto con su imagen o funcionamiento.

Y con esto cerramos nuestra miniserie sobre la diversidad en la corporalidad. Si puedo resumir lo que me llevo de este proceso, sería: soy gracias a mi cuerpo, soy con mi cuerpo, soy mi cuerpo.

Lo que se estanca, vida pierde

Fotografía: Klelia Guerrero García

¿Has observado en qué áreas de tu vida has dejado de moverte?

Lo que no se mueve, se estanca. Lo que se estanca, se echa a perder.
La movilización es un fenómeno natural: la energía y la materia están en constante movimiento (solo es necesario ajustar la escala de observación para que esto se haga evidente). Sin embargo, a veces olvidamos trabajar en mantener nuestro “momentum” en algunos aspectos de nuestra existencia, ya sea el círculo de personas con las que compartimos, la información que consumimos o los discursos que repetimos.

La movilización social es ese espacio de disrupción que tiene el potencial para replantear cuáles son nuestrxs “constantes” y faltantes. Lastimosamente, no es tan usual que aprovechemos conscientemente las enseñanzas que nos dejan los espacios de este tipo que se producen en nuestro entorno.

Cuando pienso en movilizaciones sociales se me vienen a la mente disturbios, inseguridad, incomodidad, confrontaciones, desorden… Podría seguir. Y es cierto, las movilizaciones muchas veces requieren del uso de la disrupción para que su mensaje sea tomado en serio; requieren generar incomodidad para que quienes habían observado desde la comodidad de sientan también parte del proceso; requieren desordenar para intentar proponer un nuevo orden. El problema es que, cuando la relación entre estos espacios y nuestro día a día se queda en el plano superficial, en lo que se ve o se siente inmediatamente, podemos perdernos de las reflexiones y aprendizajes que pueden dejarnos en niveles más profundos. Y lo más gracioso de todo esto es que, si los mensajes o formas de algún proceso de movilización nos molestan, eso dice más de nosotrxs que de lo que pasa afuera.

Si bien el episodio de esta semana se centró en la experiencia de la movilización en el marco de la historia de la comunidad LGBTIQ+, nuestras conclusiones de la semana y la transmisión en vivo correspondiente revisaron ideas mucho más generales, a saber:

– Escucha y aprende de tu pasado para mejorar tu presente
– Observa tus fuentes de información y cómo sesgan tus posturas
– Si al revisarlas hay algo que te incomoda, comprométete a cambiarlo

Para terminar, no olviden que este episodio es el segundo de tres en nuestra miniserie sobre la diversidad y que, si quieren revisar el “bonus”, pueden acceder al consejo no pedido de la semana.

Sistematizando

Fotografía: Klelia Guerrero García

¿Qué tan bien conoces los sistemas de los que formas parte?

El enfoque de sistemas es una metodología de resolución de problemas que considera tanto los componentes del conjunto, como las interacciones entre estos. Los seres humanos somos y pertenecemos a varios sistemas simultáneamente. 

No obstante, cuando no somos totalmente conscientes de cómo participamos en cada uno, nuestras oportunidades para aprovechar esa participación y/o mejorar el sistema se vuelven limitadas.

La invitación del episodio 6, que fue posible gracias a la participación de Maria de los Ángeles Toro, es que nos interesemos y aprendamos sobre esos sistemas para, a partir de ahí, buscar alternativas más sanas con respecto a nuestra forma de sentir, crecer, amar y vivir.

Se dice que somos el promedio de las cinco personas con las que más tiempo y cercanía compartimos. La última vez que me lo recordaron, me sentí muy sorprendida. Resulta que las personas de mi tribu cercana se habían movido y nuestras relaciones habían evolucionado y yo no me había dado cuenta. Tras decidir moverme también, tras decir tomar la situación en mis manos y aprovecharla, se desbloquearon avances que ni siquiera imaginaba en algunas áreas de mi vida.

Y es que los sistemas tienden a interactuar. Esa interacción multiplica la fuerza de cualquier movimiento a diferentes escalas y en distintas áreas. Esto va muy de la mano con lo conversado en nuestra transmisión en vivo y las conclusiones que hemos extraído del tema

1. Somos los sistemas que nos componen. Si estos están bien, nosotrxs también.
2. Somos los sistemas de los que somos parte. Es nuestra responsabilidad velar por su salud y desempeño.
3. Para evaluarlos y/o influenciarlos, debemos (re)conocerlos en sus componentes: orden, jerarquía y el balance entre dar y recibir.

¿Has identificado algún sistema que te gustaría mejorar? De ser el caso, ¿Qué has hecho hasta ahora para lograrlo?

Posdata: si quieres llevarte el “bonus”, puedes revisar también nuestro consejo no pedido de la semana 😉

Sobre la no-binariedad

Fotografía: Klelia Guerrero García

Como todas las especies que habitan la tierra (y eso para dejarla fácil y no extendernos a las diferentes escalas del cosmos), los seres humanos somos tan parecidos como diferentes. El episodio 6 de nuestra segunda temporada está dedicado a celebrar la diversidad. Nos recuerda que, aunque nuestro entendimiento de la vida y la humanidad nos lleva a simplificar y clasificar lo que vemos en nuestro entorno, el universo no es discreto —con pocas variantes, claramente diferenciadas—, sino continuo y con infinitas variantes que se traslapan en uno o varios aspectos entre sí.

El cuerpo humano se ha concebido, históricamente, como una variable discreta: con opciones predefinidas —en su mayoría dicotómicas— de cómo debe lucir, funcionar, sentir… Pero la naturaleza habla y, en su expresión, nos demuestra que hay muchas opciones más. Cristian Robalino nos comparte sobre la intersexualidad, los paradigmas con que se la relaciona y lo que implica “en la práctica” en un contexto como el de Ecuador. Aquí las conclusiones sobre el episodio:

– La intersexualidad es también una forma de expresión de la naturaleza humana, de su diversidad.
– Seamos conscientes de su potencial doble exclusión: no ser parte del binario hombre-mujer y no calzar en las clasificaciones internas de la comunidad LGBTI.
– Si vemos solo en blanco y negro, nos perdemos toda la gama de colores 
Recomendaciones.

En nuestra transmisión en vivo, en cambio, hicimos una revisión más holística de lo que implica la binariedad y de algunas formas en las que podríamos practicar para, si no elegimos salirnos de las “casillas” que nos dirigen actualmente, al menos darnos cuenta de que las opciones son realmente infinitas.

Una de estas es la revisión de las conversaciones que tienes contigo mismx con respecto a lo que haces. Por ejemplo, si crees que eres buenx para correr pero malx para hacer yoga. En la binariedad solo existen esas dos opciones. Fuera de ella, en realidad hay un espectro en de variedades infinitas entre esos extremos, y podrías estar en cualesquiera de ellas.

Otra opción es la observación de las cosas que creo que “tienes” que hacer. Ya que puede ser que, al salirte del espectro binario (tener que hacer vs. no tener que hacer), encuentres otras variaciones que te funcionan mejor.

Finalmente, como en todo, la información es poder. Si crees que prefieres no hurgar sobre cierto tema por temor a “meter la pata”, recuerda que no tienes únicamente dos estados (saber o no saber), sino que seguramente estarás en algún lugar en el medio y que, además, siempre será posible que te muevas en la dirección que mejor te funcione dentro de ese espectro.

Pd: estrenamos nuevos videos de intro y outro en nuestro último episodio. ¡Chécalos en Youtube!

Diciendo que no

Fotografía: Klelia Guerrero García

Uno de los monosílabos más satanizados es el NO. Se concibe como representación negativa, como un impedimento o una restricción, no solo para quien lo recibe sino también para aquel que lo da.

En el episodio de esta semana, el tercero de la miniserie sobre la culpa, Carolina Farias, editora de la revista virtual “La Dosis” nos cuenta cómo ha aprendido a desmitificar los límites y a decir “No”. En su adultez, eso la ha ayudado a vivir una vida plena, cada vez más auténtica.

Pero, ¿por qué cuesta tanto decir que no? Si tengo claro que, al aceptar cosas o situaciones que no sintonizan con mi ser, estoy negándome la posibilidad de vivir plenamente, resulta inconsistente que lo siga haciendo.

Sin embargo, detrás de mis decisiones hay paradigmas de los que no soy del todo consciente. Las situaciones que me son incómodas normalmente se sienten así porque me generan algún tipo de contradicción; y estas contradicciones, a su vez, están allí para mostrarme mis inconsistencias. Una posibilidad es ir descubriendo con el paso del tiempo, eventualmente, de qué se trata cada una. La otra es tomar el volante y procurar, activamente, dicho descubrimiento. Aquí comparto las conclusiones a las que llegamos con nuestro episodio y la transmisión en vivo sobre el tema:

1. Como la vida requiere de balance,  aprender a decir “no” es tan necesario como saber decir “sí”. A veces, negarnos a hacer algo significa dar un “si” a nuestra libertad, “si” a poner límites, “si” a ponernos como prioridad.

2. Mi respuesta solo será asertiva si estoy conectadx con mi ser, con lo que este busca o prefiere. Si no tengo claro qué quiero o hacia dónde quiero ir, ¿cómo puedo elegir entre las alternativas que se me presentan?

3. Los contextos en los que más me cuesta decir que no son, precisamente, en los que debería empezar a “practicar”. No hay receta, pero tal vez convenga elegir avances de un tamaño que no sea paralizante sino que me ayude a ser constante y sostener esos avances en el tiempo.

Y tú, ¿Has trabajado activamente para mejorar esta relación? De ser así, ¿Qué te ha funcionado? Te invito a compartirlo en los comentarios, alguien puede aprovecharlo y agradecerlo.

¿Como vives tu espiritualidad?

Fotografía: Klelia Guerrero García

Nosotras hemos tenido una evolución grande en este ámbito, cada una muy particular. Mientras la una inició con una llamado interno y “natural”, la otra tuvo más incidencia de su contexto. No importa mucho cuándo/cómo inicia, o cómo/cuándo cambia, lo importante es que vivamos cada paso y aprendamos de ellos.

Llega nuestro episodio 4: “Buscando nuestra versión de espiritualidad”, en el que Nati Ordóñez, compartimos un poco sobre las diferencias, semejanzas y aprendizajes de nuestra evolución en esta área de nuestras vidas.

Es curioso como se puede tener experiencias tan distintas y llegar a conclusiones similares. Cuando grabamos este episodio, Taty y yo partimos de posiciones tan distintas que parecía que no habría concenso. Pasaron los días, y como toda la producción detrás de los episodios requiere que hablemos del tema reiteradamente, nos dimos cuenta de que en realidad nuestras posiciones con respecto a cómo vivir la espiritualidad tenían más en común de lo que esperábamos.

Fue en la conversación de nuestra transmisión en vivo que, sin que nos diéramos cuenta, nos recordó que el “fondo” es lo que realmente importa. Aquí un poco más de detalles sobre las conclusiones de la semana:

Tu espíritu es tu esencia. Habítate. Solo tú sabes cómo ser tú. Esta es un reflexión común a la mayoria de nuestros episodios. Si bien las influencias y presiones del entorno pueden ser fuertes, la voz que debes fortalecer y priorizar en medio de tanto bullicio, es la de tu ser. Y aunque haya pasado mucho tiempo desde la última vez que la escuchaste, y aunque por ahora no reconozcas con facilidad su tono, como todo, estoy segura de que eso mejorará con la práctica: un día a la vez, una frase a la vez.

Diferencia la forma del fondo. Si algo no se siente bien, prueba con otras “formas” de vivir tu espiritualidad. Retomando el tema del fondo, tomaré algo que compartió Taty en nuestro live: a ella le “enojó” tanto la forma en la que se le decía que debía vivir la espiritualidad, que se enojó con el fondo (Dios, el universo, el poder superior, etc.). Se destacan, entonces, dos cosas: 1. La imposición (ya sea tuya o de alguien más) no funciona, o al menos no de forma sostenida en el tiempo. 2. Cuando sintamos que algo no hace “clic” o no se siente congruente, actuemos y busquemos qué es lo que está produciendo eso.

Tu forma “ideal” de vivirla evoluciona junto contigo. Explorar y observar activamente cómo estás viviendo tu espiritualidad, es más que una opción, es tu responsabilidad. Lo anterior se potencia cuando reconocer procesos de reconstrucción y redefinición en cualesquiera de las demás áreas de tu vida.

Te recuerdo que este es el segundo episodio dentro de nuestra miniserie sobre la culpa. Si no has visto el episodio anterior de esta miniserie, te invito a hacerlo. ¡Hasta la próxima!

¿Cómo decides qué, cómo, cuándo y cuánto comer?

Fotografía: Klelia Guerrero García

Hay ideas sobre la alimentación que se nos han transmitido de forma explícita. Por ejemplo, que debemos incluir frutas y verduras en nuestra dieta diaria o que las porciones deben adecuarse a nuestro gasto calórico. Hay otras que se nos han heredado de forma implícita, incluyendo las que se vinculan con la culpa. Y para complicar un poco más las cosas, detrás de la instauración de conceptos sobre lo que es adecuado y lo que no, hay emociones que definen cómo nos relacionamos con esos conceptos.
En este episodio, Kendra Carrión Vivar nos presenta potenciales vínculos entre nuestras perspectivas alrededor de la alimentación, la religión y la sociedad.

No importa el día, el lugar en el que estés, el estado de ánimo en el que te encuentres o tu condición socioeconómica: tu cuerpo necesita energía. Si bien la alimentación no es la única fuente, es la más importante. En culturas distintas se promueven una diversidad de prácticas y paradigmas alrededor de la alimentación, algunos de los cuales pueden resultar contradictorios: que si se debe comer mucha proteína animal o ninguna, que si se deben seguir horarios fijos o adaptados a lo que el cuerpo “pida”, entre otros.

Pero más allá de los detalles de cómo elegimos la composición de nuestros platos, con el episodio de esta semana y la transmisión en vivo correspondiente nos enfocamos en las ideas detrás de estas elecciones, principalmente en aquellas sobre las que no hemos decidido sino que nos han sido “heredadas” sin que nos demos cuenta. Una de estas herencias es la culpa; aunque viene del cristianismo, se ha expandido a muchos otros espacios, enfatizando en la alimentación.

Aquí algunas reflexiones y conclusiones al respecto: 

– Mi elección de cómo y qué comer depende de paradigmas explícitos e implícitos (como la culpa). Puede sonar a exageración, especialmente si ni siquiera practicamos activamente las consignas de alguna religión, pero aquí van algunos ejemplos: hay culpa detrás del no querer comer cuando chicxs y nuestros padres o madres nos “recuerdan” que hay quienes no tienen qué comer y, por tanto, es nuestra responsabilidad hacerlo; hay culpa cuando nos apetece comida chatarra en medio de un proceso para bajar de peso o de vivir de una forma más saludable; hay culpa, en los días en que a las mujeres se nos alborotan las hormonas, solo nos place comer dulces; y, hay culpa también cuando por bajones en estados de ánimo no queremos comer. Así que, con o sin invitación, pareciera que la culpa si hace presencia en nuestra alimentación cual arroz con pollo en toda fiesta.

– Para y observa. ¿Qué ideas definen tus decisiones? ¿De dónde provienen? ¿Te siguen funcionando? Así como la culpa, seguramente hay otras emociones y pensamientos escondidos detrás de lo que hacemos. El problema no es que estén ahí, el problema es que lo hagan sin que nos demos cuenta y que decidan por nosotrxs, o que los hayamos utilizado por tanto tiempo y pretendamos seguir haciéndolo aunque ya no sirven más. ¿Te lo has preguntado antes?

Las “recomendaciones” no siempre te funcionarán. Escucha a tu cuerpo. Busca ayuda profesional de ser necesario. Como siempre, habrán muchas opciones y cada persona te recomendará lo que le funcionó. No obstante, lo que realmente importa es cómo nos sentimos al ponerlas en práctica (de decidir hacerlo). Nuestra sabiduría interna normalmente nos envía luces sobre lo que nuestro cuerpo necesita y lo que nos hace bien, démosle crédito y tratemos de escucharla. ¡Nos puede sorprender!

Para finalizar, solo quería recordarles que este episodio es el primero de la miniserie sobre la culpa. La siguiente semana conversaremos sobre la culpa y su relación (o no) con la búsqueda personal de nuestra versión de espiritualidad.